Hace unos días escuchaba un webinar en el que participaba Miguel Ángel Santos Guerra, destacado catedrático Español y Doctor en Ciencias de la Educación. De su intervención, hubo una frase que llamó mi atención, aún cuando no la recuerdo textual, fue algo como “los profesores deben tener fecha de caducidad” . Varios días me quedé reflexionando en la profundidad de sus palabras, ¡cuanta razón tenía!.
Egresé de la Universidad el año 2003, comencé a trabajar de inmediato en la misma escuela que había realizado mi práctica profesional. Aún cuando pudiera sentir que tenía actualizados conocimientos en educación, si lo pienso ahora, la verdad es que sabía tan poco, no porque mi formación universitaria fuera deficiente (o si?…), sino porque todo lo que sabía carecía de realidad, de contexto, de humanidad, carecía de práctica, de lo que se aprende solo en el oficio, en el hacer, de aquello que te da la experiencia. !Cuanto me faltaba por aprender!…cuanto me falta aún por aprender.
No se si podría catalogar «mi»o «la» educación universitaria con una nota o un concepto, pero creo que la formación inicial de los Profesores y Educadores de nuestro país está al debe, la teoría nada tiene que ver con practicar la docencia. A las mallas curriculares de educación, incluso al excelentísimo Ministerio de Educación, le falta calle, otra cosa es con guitarra dirían por ahí.
Y es que la formación inicial, de calidad o no, pública o privada, te entrega las bases, lo demás corre por tu cuenta. Y no hablo de Doctorado, Magister, etc, que a mi juicio muy lindos se ven los diplomas colgados en la pared y en la hoja de tu currículum, me refiero al estudio e investigación propia, esa que se da sobre la marcha, cuando te enfrentas por primera vez a tener en tu clase a un alumno TEA, a un niña que te golpea a ti y a sus compañeros, a un alumno con TDAH, a esa que te hace crecer profesionalmente y que la universidad y grado académico la mayoría de las veces no te enseña. No se ofenda colega si usted tiene algún grado académico de estos, muy bien por usted, que tuvo el dinero, tiempo y ganas.
Por eso cuando me quedé pensando en la fecha de caducidad del profesor, comprendí que no tenia que ver con cumplir una etapa, con jubilar, no tenía que ver con algo negativo, sino que se refería a volver continuamente a repensar la práctica, volver al estudio y a la reflexión constante. No tiene que ver con ser buen o mal profesor , básicamente se relaciona con que la sociedad cambia vertiginosamente, los contenidos, las estrategias, los niños y niñas, sus familias, nosotros mismos, la tecnología, hasta pandemias se nos cruzan entre medio, y ahí estamos los profes los que egresamos de la universidad hace 17 años, 30 años, 8 años o el año pasado, caducando todos los días.
Finalmente concluí: esa es la idea, aprender y desaprender, no se puede de otra manera. En definitiva el profesor nunca deja de ser estudiante, solo abandona físicamente las aulas de la universidad y sigue aprendiendo en otras, las de verdad, las de sus alumnos y alumnas.
No se usted colega, pero yo no me quiero quedar caduca.